Carpe Diem...

Crédito de fotografía: Achilli Family/Journeys, "Ethiopia, Dallol, Danakil Depression", vía Flickr. Uso bajo licencia Creative Commons. No se realizaron cambios. Algunos derechos reservados.

A propósito del reciente fallecimiento del actor norteamericano Robin Williams, ronda en mi mente aquella frase que hizo famosa en la película "La Sociedad de los Poetas Muertos": ¡Carpe diem!

Con toda honestidad, siempre sentí un poco de aversión por la susodicha frase, reforzada por el hecho de que conozco cantidad de personas que así justificaron algunos actos que ahora quisieran borrar de su memoria (generalmente tras una buena ronda de alcohol de por medio). La actuación de Williams, no obstante, fue magistral, como se muestra en la siguiente escena:

En retrospectiva, conociendo un poco más acerca de la batalla psicológica que el actor libró durante años, veo esa frase desde una nueva luz, más acorde con su etimología. De acuerdo con Wikipedia, "Carpe diem es una locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo."

Teniendo a la depresión como compañera, era natural que Williams sintiera que la vida es tan pasajera como una estela de perfume que se desvanece al paso de un transeúnte en plena calle. Y aunque es verdad que es efímera, pienso que sus nubes internas desvirtuaron en él el sentido del tiempo, haciéndolo aún mucho más corto de lo que en realidad es. Me parece que al momento de aceptar este rol (al igual que otros tantos más en su filmografía, como Patch Adams, The Bicentennial Man, etc.) Williams quiso dar a su vida un profundo significado, al inmortalizar un mensaje que sospecho se decía a sí mismo cuando tocaba fondo, "aprovechen el día... hagan de sus vidas algo extraordinario".

Ciertamente el final de su historia no es el que esperábamos, pero pienso que su legado va más allá de la pantalla grande: consiste en un mensaje de concientización. El dinero, la fama, el reconocimiento, no llenan el alma. Somos seres sociales, estamos hechos para dar y recibir afecto. Salgamos de nuestro auto-aislamiento tecnológico, miremos a nuestro alrededor y despertemos. Quizás hay alguien a tu alrededor que necesite tu sonrisa y una palabra de esperanza. No se la niegues.

Oro porque Dios te ponga en el lugar correcto, a la hora correcta, para darle aliento a alguien que lo está pidiendo a gritos con sus actos. Amén.